8. diciembre. 2006

Lo Vásquez, Chile
Es mediodía, estoy en Las Rejas y sentado en el último asiento de una micro. El destino Lo Vásquez. A mí lado, dos tipos que parecen gays, delante un padre con su hija joven (una morena guapa) y el resto de los asientos del final se llenan por dos familias. Ambas familias suman doce, las madres, los padres y el resto hijos chicos. Una de las mamás tiene un embarazo de a lo menos siete meses, en sus brazos sostiene a su pequeño hijo obeso quien toma un yogurt con galletas; delante la otra madre se ríe descomunalmente y celebra cada cosa de su marido y sus hijos (dos). Partimos a nuestro destino. En el trayecto, uno de los niños se caga, la madre saca un pañal para mudarlo mientras la mierda esparce sus olores, su marido -dice- tengo hambre, saca una marraqueta de una bolsa de supermercado, la abre, rompe con los dientes la punta de un paté, lo aprieta y llena el pan. Pasamos dos túneles y los gritos se multiplican. Los gays duermen casi todo el camino, el padre con su hija hablan de no sé qué, los diálogos entre las familias fluyen todo el viaje, no sé si me agrada o me perturba, solo pienso en llegar pronto ...tengo hambre. Todos queremos llegar a escuchar "venid y vamos todos, con flores a María..." y confundirnos entre la muchedumbre. Ya llegamos, hay micros, gritos, ...se venden ollas, calzones, sopaipillas, santos, espuelas, peces, asados, ciruelas, ...llego a la virgen y me siento bajo un árbol, estoy cansado no de caminar sino de tanto mundo.