22 junio 2007

Buenos Aires, Argentina

21 junio 2007

Buenos Aires, Argentina
La mañana desborda de sol, el té con las tostadas desborda mejor. Camino desde el Hotel Reina por la vereda poniente de la 9 de julio. me detengo en Corrientes y miro intentado alcanzar con mis ojos sus 69 o 70 calles. La tibieza del sol de invierno penetra a través de mis ropas. Le molesta que esté acá, -le pregunto a un kioskero que levanta sus cortinas-me hace un gesto con la mano de que no hay problema. Me interno por Corrientes, antigua del Sol o San Nicolás o Incháurregui. Camino y me detengo en cada lugar y en ninguno a la vez. Recuerdo otros viajes, otras caminatas, mis discos de Piazzola y de rock argentino, mis libros de la librería Hernandez, Galena y otras, algunos tés y cervezas conversadas, la pizza calabrese con albahaca en Los Inmortales. Entre imágenes que se agolpan, me interno una vez más en y entre los libros, busco a Vila-Matas y me reencuentro con Lanzarote de Houllebecq, que ví y no compré hace dos años, esta vez lo llevo. Me voy a un café, escribo tonteras y leo ansioso las primeras líneas del primer capítulo de cada libro que he comprado. Comienza otro viaje a través de Corrientes.

20 junio 2007

Buenos Aires, Argentina
La noche esta tibia, en la calle las bocinas no dejan de tocar, los fuegos artificiales iluminan los rostros excitados, beben cerveza y otras cosas, la policía observa distante, los petardos ensordecen. Un chico iza la bandera azul amarillo en el mastil reservado a la patria y una pareja de jóvenes se besa envueltos en un paño de dos colores. Unos turistas "gringos" con sus típicas y reconocibles vestimentas "gringas" toman fotografías. Un chico corre con una cámara robada. Un petardo, casi una bomba, remece el lugar. Los luminosos parece que estuvieran más llenos de luz e ilusiones. Una fila larga de jóvenes, corre como un remolino, bailan y entonan cantos algo estúpidos. La TV frenética graba rostros y disfraces. La fiesta es de amanecida. Me siento en la vereda, bebo una cerveza, estoy mareado de bullicio, se acerca una chica me toma las manos y me invita a bailar...son los campeones.

17 junio 2007

Hospital, Chile

15 junio 2007

Mac Iver, Santiago, Chile



9 junio 2007

calle Alameda, Santiago, Chile

3 junio 2007

cuesta culitrín, Chile

1 junio 2007

calle Patronato, Santiago, Chile

21 mayo 2007

plaza de Armas, Santiago, Chile
Un tenue rayo de sol se filtró a través de las ramas del olmo, se deslizó suave por la atmósfera húmeda de esa tarde de otoño, para finalmente caer sobre el caballo blanco 3 alfil dama. La sombra del alfil rozó el peón 3 rey y tocó en el borde a la reina, fue lo necesario para que “el Chalo” levantara la mirada y descubriera sentada a los pies del caballo de Pedro de Valdivia a Lupe. Lupe sintió un sobresalto, era su teléfono, respondió, era su amiga y compatriota peruana Meche con quien se juntaría para enviar dineros a la familia. Meche caminaba apresurada frente a la catedral, fue así como tropezó con “el Jack”, un perro de la calle, que corría a beber agua en la pileta ubicada en el km.0. "El Jack" llegó sediento y mientras sorbeteaba, intento mordisquear una paloma, la que voló precipitadamente creando una estampida en las más de doscientas veinteialgo que habitan en los pinos del lugar. Eran tantas al mismo tiempo que se convirtieron en una nube que ocultó por un momento el sol. Giraron alrededor y se posaron alborotadamente sobre las cornisas y ventanas de un edificio lateral. El ruido hizo que una anciana moribunda, acostada en su cama con catre de bronce, volcara su cabeza hacia la ventana y mirara por primera vez en muchos días, el sol. Una lágrima se deslizó por su mejilla y siguió por un surco hacia su boca. El pañuelo de Manuela, su hija, detuvo la trayectoria de la lágrima. Manuela dejó el pañuelo en el velador, mientras el calor de la lámpara evaporaba su húmedad. Al mismo tiempo, el ascensor abría la puerta en el quinto y “la Choli” subía con un cliente, apretaba el botón para el primer piso, las puertas se cerraban y ella se miraba pretenciosa en la reluciente placa de bronce frente a la puerta, arreglando su pelo rubio con raíces negras. Llegando al primero, la puerta se abrió y una brisa hizo que ella se acurrucara en su cliente, este miró alrededor y vio una bandera, una sombra se fundían en ella. Una cueca chilena sonaba alrededor y despertaba los recuerdos de una pareja que abrazados miraban hacia nada, habían emigrado a la ciudad para abrirse oportunidades y solo encontraron pobreza por más de ocho años. Se retiraron para no recordar, caminaron y un vaho de calor los inundó, era la salida (o entrada) del Metro. Una familia subía peldaño a peldaño, la madre con su hija pequeña en brazos, el chico llorando de la mano de su padre. “El Chalo”, a pasos, escucha el llanto y desvía la mirada de Lupe, la torre negra come la torre blanca y …un jaque mate lo deja nuevamente como perdedor. El tenue rayo de sol, ahora ilumina por completo a la reina.