9. octubre. 2006

plaza Vicuña Mackenna, Santiago, Chile
Marcharon por la Alameda en el día que no era, parecia un presagio en sus vidas. Muchos bailaban al ritmo de un cultrún, los anarkistas cubrían sus rostros y la policía observaba. Ella tenía su rostro duro y los ojos cansados de llorar...él, serio y sin palabras, la observaba. Caminaron entre la gente, casi sin percibir el día de calor, ni que unos niños se bañaban en la pileta y que una pareja se besaba con desenfreno. Se detuvieron en medio de la plaza, entre gritos y cánticos; pasaron varios minutos en silencio ...¿te llevas las cosas? -dice ella-...¿y quieres que me vaya?-dice él-...sí, no aguanto más-replica ella con seguridad-. Un silencio largo se apoderó de ambos, como esperando una luz salvadora en medio de su tragedia... él...cabizbajo, tomó su mochila de entre sus pìernas y se marchó entre la gente...ella sollozaba en silencio...él se perdió en la calle, entre las micros y luego en la multitud. En el escenario, un grupo termina su canción y se escucha ¡Marichewue! ¡Marichewue!