24. septiembre. 2006

plaza de armas, Santiago, Chile
De pequeña y de la mano de su madre, rezaba frente a la imagen de cristo o la virgen . En la adolescencia creyó poco y se alejó muchas veces. Esa tarde, ya mujer, y entre los brazos de su amado, decidió entregarse a Dios...se soltó de las manos de él y corrió...él la siguió...no pudo alcanzarla ya que emprendió vuelo y se posó en la cruz más alta de la iglesia,...se aferró a la misma, elevó su mirada al cielo limpio y ofreció su corazón. Un fuego ardiente se dejó caer sobre la ciudad que al tocar los amantes se convirtía en brisa refrescante; el cielo azul cayó en pedazos y mares majestuosos ocuparon su lugar, la luz que desprendió inundó todo de celeste plateado; clarines, flautas y timabales sonaron en los oídos de cada ser humano con melodías distintas. Ella, desde la cruz, caminó por una camino ancho de espejos y nubes rosadas, un coro de gorriones y zorzales le cantó las canciones más hermosas que hayan existido, un ejército de árboles ancestrales la custodió por más de mil kilómetros,...llégó a un aparente final del camino, un horizonte abierto, amplio, infinito, donde su mirada no tenía fin...se sentó tranquila y reposada a esperar algo...esperó,...esperó....y...luego...sonaron las campanas...su hombre, a su lado, -le dice- mi amor vamos a casa, los niños esperan.
(fantasía en un día de procesión)